Después de momentos de la vida, en la que parece que todo esta en juego, llega una calma sosegadora. Siempre es así. Lo difícil es pasar por ese momento en que todo se tambalea por las dudas que te rodean. Dudas abrumadoras que no te dejan ver nada. La cabeza se llena de miedo. Miedo con mayúsculas. Todo por lo que luchas, desde que tienes sensatez, lo puedes perder de golpe.
Suerte. Siempre tiene algo que ver. O Dios.O la conjunción Cósmica. Lo cierto es que el mal trago pasa siempre. Puede durar mas o menos, pero pasa. Por que cuando no pasa, palmas... Es lo único que todavía no tiene solución. Por lo menos para los pobres. Como pobres me refiero a la inmensa mayoría de la gente, como yo, sin grandes posesiones o dinero.
La gente con pasta también pasa por trances vitales, ¡como todo el mundo!. La diferencia es que ellos solo sufren la parte final, la individual, porque todo lo demás les viene de serie. Cualquier tipo de comodidad, beneficio, ahorro, atajo, ventaja o derecho, ellos lo disfrutan sin darse cuenta. Cuando tu eres beneficiado por alguna de sus prerrogativas, aún siendo por error, lo valoras infinitamente. Ellos no. Ellos creen que lo merecen por linaje. Aunque al final es igual para todos, sobre todo la muerte.
Las diferencias, y grandes, son el como llegar, el camino. En el laberinto de la vida, a veces se abre una puerta falsa que te lleve derecho al precipicio, pero si tienes la suficiente serenidad para mirar a tu alrededor, siempre verás la mano de alguien que te salvará de caer, hasta sin darse cuenta el que te ayuda. Pero no te caes. A la gente con pasta no les pasa eso. Ellos al final solo les queda el dinero y por mucho que se agarren a los billetes, se caen.
LOS POBRES NOS TENEMOS UNOS A OTROS. LOS RICOS ESTÁN SOLOS.
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